sábado, 28 de abril de 2007

El "Cazuela" Renán

Corría el año 1960 y hacía escasos dos días que un terrible sismo seguido de un horroroso tsunami, había asolado un tercio del territorio chileno desde Concepción a Punta Arenas, situación que había interrumpido la vida nacional. No funcionaba el teléfono, el gas, el transporte; las ciudades estaban en ruinas, no había luz y todas las empresas publicas y privadas y los suministros básicos escaseaban. http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/temas/index.asp?id_ut=losterremotosenlahistoriadechile(1570-1960)

En esos tiempos era yo un jovenzuelo estudiante secundario que en casa ayudaba a mi padre a la redacción de la revista oficial de la Crav, conocida como El Pan de Azúcar.

Por esa razón ese día, por encargo de mi progenitor, me aventuraba a "bajar" al pueblo a retirar unas fotografías de los destrozos que el terremoto había ocasionado en las instalaciones de la CRAV, en su centro deportivo, cuya fachada se había desmoronado, en el interior del Teatro, donde sus murallas estaban absolutamente resquebrajadas y algunas vigas que sostenían su alta tecchumbre yacían entre las butacas y otros daños en sus diversas instalaciones, tanto al interior de la extensa estructura fabril como en algunos otras instalaciones exteriores y construcciones que la empresa poseía.

De pronto, cuando ya venía de regreso con el portafolio de las fotos, -en blanco y negro desde luego y todavía húmedas por cuanto habían sido reveladas recién, cuando caminaba por una calle cercana a la Plaza de Armas, ocurre una fuerte réplica sísmica, de las varias que había cada día, que me hizo tambalear y aferrarme por ello a la reja metálica, más bien a los barrotes de fierro que protegían los ventanales de una antigua casona, a la espera de la finalización del temblor.

En eso estaba, cuando de pronto me sobresaltó una voz al lado mío, pero al interior de la vivienda que gritaba destempladamente: "échale mierda, sigue mierda, échale terremoto conchas de tu madre"...

Asombrado, miro mejor y veo que aferrado a los mismos barrotes pero por dentro de la pieza de la vivienda, está un muchacho al que conocía "de vista", que respondía al nombre de "El Cazuela", apodo que nunca supe si era porque andaba siempre "fallo al caldo" o porque le gustaba este guiso chileno, que evidentemente sin ningún miedo, pero impedido de salir a la calle o a los patios, como todos prudentemente hacíamos para evitar que nos cayese un ladrillo o una viga encima, aguantaba a pié firme, ahí donde lo sorprendió la réplica del terremoto, desafiando divertidamente la furia natural e imprevisible del fenómeno telúrico.

Esos minutos, con todo lo que significaba, la soledad de una calle donde todo se movía, ese ruido subterráneo aterrador que parece el rugido de una gran bestia que viene de las entrañas de la tierra, el polvo amarillento que flota en el ambiente como si fuera una neblina sucia, los gritos de espanto de niños y mujeres a lo lejos nunca los voy a olvidar.

Allí estábamos pués, el cazuela y yo agarrados a los mismos barrotes, soportando un segundo temblor, esta vez cuasi terremoto, mientras en mis tímpanos seguían resonando los improperios. "Síguele mierda, échale mierda, sigue más fuerte mierda..."

Jamás he olvidado las desafiantes y diría autóctonas expresiones folclóricas de mi amigo Pato Renán, el cazuela, uno de los cantantes más extraordinarios que tuvo el movimiento musical llamado ahora de la nueva ola de los años sesenta.

Con Patricio tengo muchos recuerdos, muchas historias, muchas conversaciones.
Nos encontramos después en varios "malones", que eran las fiestas juveniles de esa época, donde improvisadamente alguien ofrecía su casa y el resto del grupo ese sábado por la tarde llegaba con las vituallas, los refrescos bilz, pap, orange crush, coca-cola, algunas pilseners escondidas entre la ropa y desde luego, vino blanco y varios tarros de durazno picado en conservas para "el ponche".

Otros traían sus discos preferidos, de rock, Bill Halley y sus Cometas, Ricardito, Elvis Presley , Fat Domino , de twist, de cha-cha-cha, y los románticos algo de Frank Sinatra, Dean Martín, Doménico Modugno, Nicola di Vari y desde luego Ray Conniff.

De antes, quizás de los años cincuenta, muchos de los componentes de los grupos formales que amistábamos en el pueblo, que andábamos siempre juntos y con quienes compartíamos pololas, amigos y gustos, éramos aficionados al Jazz. No nos perdíamos Jam Session ni encuentros de bandas que programaba la Universidad de Concepción, donde aún recuerdo a un trompetista llamado Yuyo Rengifo, que nos evocaba a nuestros astros favoritos, Duke Ellington, Luis Amstrong, Tommy Dorsey, Glenn Miller, Benny Goodman, entre otros, muchos de los cuales pasarían en gira por Santiago donde evidentemente los fuimos a ver.

Al Pato Renán también le gustaba esa onda y muchas veces lo hacíamos cantar en las animadas bacanales que de vez en cuando hacíamos en La Posada del Roble o en el Casino Oriente,o al frente en el Club Social, canciones de moda de Sinatra, de Dean Martin, de Sammy Davies Jr. que aplaudíamos a rabiar porque Patricio no solo cantaba bien, sino que ya en esos años, era un showman completo, muy tímido eso sí, sin alardear de artista y quizás poco ambicioso. Lo más seguro es que ni él sabía el potencial que tenía en su voz y en su tremenda personalidad artística.

Un par de veces le he dicho que equivocó el camino. Debió haber explorado su veta de imitador de cantantes famosos donde era extremadamente versátil y fidedigno. Habría sido un balazo. Por eso a veces, con nostalgia busco en la prensa y en la web los sitios donde voy siguiéndole la pista. Uno de estos páginas es http://www.patriciorenan.scd.cl/disco.html

Después, la vida nos juntó en muchos lugares, en la asamblea de la juventud Radical de Penco donde yo era presidente; en el Liceo de Tomé donde fuimos compañeros un par de años, colegio donde fuí candidato a Presidente del Centro de Alumnos y Patricio uno de mis más leales sostenedores. Allí estudiaba también la Chía, Cecilia Pantoja, otro valor de la canción chilena, yo diría la mejor voz femenina de todos los tiempos, todos quienes participamos activamente en el "TESAL", Teatro Experimental del Sexto Año de Letras, donde se gestó el caldo primigenio que entregó a Chile a estos extraordinarios artistas.

Años más tarde, en Santiago, cuando yo era Aspirante a Detective en la Escuela de Investigaciones y Patricio trataba de imponerse en el medio artístico, trabajando en su tiempo libre en el Hotel Carrera, volvimos a compartir muchas horas de amistad, de inquietud por nuestro porvenir, de sueños.

Tal vez unos veinte años atrás, el Pato, su esposa Maritza y sus hijos, María Elena, Verónica y Sebastián, solían visitarme en mi parcela allá en Buin, donde pasábamos largas tardes viendo a los peques disfrutar en la piscina, mientras nosotros nos refrescábamos bajo los sauces llorones, con vinos nuevos y piscolas subidas de grado mientras se cocía "la discada".

Cuando se casó mi hija Loreto, también estuvo presente en la ceremonia y posterior fiesta en la parcela, donde dedicó la canción "Por Amor" a los desposados.

La última vez que nos vimos fue hace doce años atrás cuando me acompañó por dos o tres días seguidos, mientras me despedía de los amigos de Chile que dejaba atrás, luego de mi "separación" matrimonial. En la noche anterior a mi partida le correspondió actuar junto a "Cecilia, La Unica" y el "Rey Dimas", ambos amigos míos, en el entonces afamado"Maxim" de Avenida Matta, deseándonos desde el escenario buen viaje en nuestra aventura australiana junto a mi nueva novia, dedicándonos una de sus interpretaciones.

El Cazuela nunca se olvidó de su amigo en Australia. Una noche cualquiera, tal vez dos o tres de la mañana, en que por coincidencia estábamos aún haciendo sobremesa en mi casa de Melbourne, con mi nueva esposa Elena y otras parejas de amigos chilenos, sonó el teléfono y era el Pato, más bien los dos Patos. Primero se puso al habla Patricio Renán con quienes nos saludamos alborozados y luego se puso al fono Pato Tombolini, amigo que en aquel entonces era Subsecretario de Transportes del gobierno de Ricardo Lagos, antes que le endosaran las acusaciones que le hicieron nacional e internacionalmente conocido y que lo etiquetaran como aceptante de una coima, que estoy cierto nunca fue verdad.

Ahora, después de tantos años, vengo a encontrar a mi viejo amigo, en el blog PENCO de Nelson Palma, http://penco-chile.blogspot.com/ participando como es su estilo, de toda ocasión
donde se rinda homenaje a su tierra que es la mía y buscando unir a las personas, enlazarlas, para caminar por la senda de la camaradería y de la amistad, que debe ser junto a la de cantante, una de sus principales características humanas.

Desde la distancia un abrazo viejo amigo, ya sabes donde encontrarme. Sigo siendo El Pin.

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