sábado, 28 de abril de 2007

El "Cazuela" Renán

Corría el año 1960 y hacía escasos dos días que un terrible sismo seguido de un horroroso tsunami, había asolado un tercio del territorio chileno desde Concepción a Punta Arenas, situación que había interrumpido la vida nacional. No funcionaba el teléfono, el gas, el transporte; las ciudades estaban en ruinas, no había luz y todas las empresas publicas y privadas y los suministros básicos escaseaban. http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/temas/index.asp?id_ut=losterremotosenlahistoriadechile(1570-1960)

En esos tiempos era yo un jovenzuelo estudiante secundario que en casa ayudaba a mi padre a la redacción de la revista oficial de la Crav, conocida como El Pan de Azúcar.

Por esa razón ese día, por encargo de mi progenitor, me aventuraba a "bajar" al pueblo a retirar unas fotografías de los destrozos que el terremoto había ocasionado en las instalaciones de la CRAV, en su centro deportivo, cuya fachada se había desmoronado, en el interior del Teatro, donde sus murallas estaban absolutamente resquebrajadas y algunas vigas que sostenían su alta tecchumbre yacían entre las butacas y otros daños en sus diversas instalaciones, tanto al interior de la extensa estructura fabril como en algunos otras instalaciones exteriores y construcciones que la empresa poseía.

De pronto, cuando ya venía de regreso con el portafolio de las fotos, -en blanco y negro desde luego y todavía húmedas por cuanto habían sido reveladas recién, cuando caminaba por una calle cercana a la Plaza de Armas, ocurre una fuerte réplica sísmica, de las varias que había cada día, que me hizo tambalear y aferrarme por ello a la reja metálica, más bien a los barrotes de fierro que protegían los ventanales de una antigua casona, a la espera de la finalización del temblor.

En eso estaba, cuando de pronto me sobresaltó una voz al lado mío, pero al interior de la vivienda que gritaba destempladamente: "échale mierda, sigue mierda, échale terremoto conchas de tu madre"...

Asombrado, miro mejor y veo que aferrado a los mismos barrotes pero por dentro de la pieza de la vivienda, está un muchacho al que conocía "de vista", que respondía al nombre de "El Cazuela", apodo que nunca supe si era porque andaba siempre "fallo al caldo" o porque le gustaba este guiso chileno, que evidentemente sin ningún miedo, pero impedido de salir a la calle o a los patios, como todos prudentemente hacíamos para evitar que nos cayese un ladrillo o una viga encima, aguantaba a pié firme, ahí donde lo sorprendió la réplica del terremoto, desafiando divertidamente la furia natural e imprevisible del fenómeno telúrico.

Esos minutos, con todo lo que significaba, la soledad de una calle donde todo se movía, ese ruido subterráneo aterrador que parece el rugido de una gran bestia que viene de las entrañas de la tierra, el polvo amarillento que flota en el ambiente como si fuera una neblina sucia, los gritos de espanto de niños y mujeres a lo lejos nunca los voy a olvidar.

Allí estábamos pués, el cazuela y yo agarrados a los mismos barrotes, soportando un segundo temblor, esta vez cuasi terremoto, mientras en mis tímpanos seguían resonando los improperios. "Síguele mierda, échale mierda, sigue más fuerte mierda..."

Jamás he olvidado las desafiantes y diría autóctonas expresiones folclóricas de mi amigo Pato Renán, el cazuela, uno de los cantantes más extraordinarios que tuvo el movimiento musical llamado ahora de la nueva ola de los años sesenta.

Con Patricio tengo muchos recuerdos, muchas historias, muchas conversaciones.
Nos encontramos después en varios "malones", que eran las fiestas juveniles de esa época, donde improvisadamente alguien ofrecía su casa y el resto del grupo ese sábado por la tarde llegaba con las vituallas, los refrescos bilz, pap, orange crush, coca-cola, algunas pilseners escondidas entre la ropa y desde luego, vino blanco y varios tarros de durazno picado en conservas para "el ponche".

Otros traían sus discos preferidos, de rock, Bill Halley y sus Cometas, Ricardito, Elvis Presley , Fat Domino , de twist, de cha-cha-cha, y los románticos algo de Frank Sinatra, Dean Martín, Doménico Modugno, Nicola di Vari y desde luego Ray Conniff.

De antes, quizás de los años cincuenta, muchos de los componentes de los grupos formales que amistábamos en el pueblo, que andábamos siempre juntos y con quienes compartíamos pololas, amigos y gustos, éramos aficionados al Jazz. No nos perdíamos Jam Session ni encuentros de bandas que programaba la Universidad de Concepción, donde aún recuerdo a un trompetista llamado Yuyo Rengifo, que nos evocaba a nuestros astros favoritos, Duke Ellington, Luis Amstrong, Tommy Dorsey, Glenn Miller, Benny Goodman, entre otros, muchos de los cuales pasarían en gira por Santiago donde evidentemente los fuimos a ver.

Al Pato Renán también le gustaba esa onda y muchas veces lo hacíamos cantar en las animadas bacanales que de vez en cuando hacíamos en La Posada del Roble o en el Casino Oriente,o al frente en el Club Social, canciones de moda de Sinatra, de Dean Martin, de Sammy Davies Jr. que aplaudíamos a rabiar porque Patricio no solo cantaba bien, sino que ya en esos años, era un showman completo, muy tímido eso sí, sin alardear de artista y quizás poco ambicioso. Lo más seguro es que ni él sabía el potencial que tenía en su voz y en su tremenda personalidad artística.

Un par de veces le he dicho que equivocó el camino. Debió haber explorado su veta de imitador de cantantes famosos donde era extremadamente versátil y fidedigno. Habría sido un balazo. Por eso a veces, con nostalgia busco en la prensa y en la web los sitios donde voy siguiéndole la pista. Uno de estos páginas es http://www.patriciorenan.scd.cl/disco.html

Después, la vida nos juntó en muchos lugares, en la asamblea de la juventud Radical de Penco donde yo era presidente; en el Liceo de Tomé donde fuimos compañeros un par de años, colegio donde fuí candidato a Presidente del Centro de Alumnos y Patricio uno de mis más leales sostenedores. Allí estudiaba también la Chía, Cecilia Pantoja, otro valor de la canción chilena, yo diría la mejor voz femenina de todos los tiempos, todos quienes participamos activamente en el "TESAL", Teatro Experimental del Sexto Año de Letras, donde se gestó el caldo primigenio que entregó a Chile a estos extraordinarios artistas.

Años más tarde, en Santiago, cuando yo era Aspirante a Detective en la Escuela de Investigaciones y Patricio trataba de imponerse en el medio artístico, trabajando en su tiempo libre en el Hotel Carrera, volvimos a compartir muchas horas de amistad, de inquietud por nuestro porvenir, de sueños.

Tal vez unos veinte años atrás, el Pato, su esposa Maritza y sus hijos, María Elena, Verónica y Sebastián, solían visitarme en mi parcela allá en Buin, donde pasábamos largas tardes viendo a los peques disfrutar en la piscina, mientras nosotros nos refrescábamos bajo los sauces llorones, con vinos nuevos y piscolas subidas de grado mientras se cocía "la discada".

Cuando se casó mi hija Loreto, también estuvo presente en la ceremonia y posterior fiesta en la parcela, donde dedicó la canción "Por Amor" a los desposados.

La última vez que nos vimos fue hace doce años atrás cuando me acompañó por dos o tres días seguidos, mientras me despedía de los amigos de Chile que dejaba atrás, luego de mi "separación" matrimonial. En la noche anterior a mi partida le correspondió actuar junto a "Cecilia, La Unica" y el "Rey Dimas", ambos amigos míos, en el entonces afamado"Maxim" de Avenida Matta, deseándonos desde el escenario buen viaje en nuestra aventura australiana junto a mi nueva novia, dedicándonos una de sus interpretaciones.

El Cazuela nunca se olvidó de su amigo en Australia. Una noche cualquiera, tal vez dos o tres de la mañana, en que por coincidencia estábamos aún haciendo sobremesa en mi casa de Melbourne, con mi nueva esposa Elena y otras parejas de amigos chilenos, sonó el teléfono y era el Pato, más bien los dos Patos. Primero se puso al habla Patricio Renán con quienes nos saludamos alborozados y luego se puso al fono Pato Tombolini, amigo que en aquel entonces era Subsecretario de Transportes del gobierno de Ricardo Lagos, antes que le endosaran las acusaciones que le hicieron nacional e internacionalmente conocido y que lo etiquetaran como aceptante de una coima, que estoy cierto nunca fue verdad.

Ahora, después de tantos años, vengo a encontrar a mi viejo amigo, en el blog PENCO de Nelson Palma, http://penco-chile.blogspot.com/ participando como es su estilo, de toda ocasión
donde se rinda homenaje a su tierra que es la mía y buscando unir a las personas, enlazarlas, para caminar por la senda de la camaradería y de la amistad, que debe ser junto a la de cantante, una de sus principales características humanas.

Desde la distancia un abrazo viejo amigo, ya sabes donde encontrarme. Sigo siendo El Pin.

viernes, 27 de abril de 2007

Eureka, tomé contacto con "pencones" de Chile.

Una de las buenas cosas que me han pasado últimamente, es haber descubierto en la Web el blog PENCO, creado por un coterráneo de mi tiempo Nelson Palma, periodista titulado en la Universidad de Concepción que en su tiempo libre borronea páginas excelentes en su espacio http://penco-chile.blogspot.com/ que yo, desde luego tengo incluido en mi blog como uno de mis enlaces favoritos-.

Una de las gracias de esta página web, es que Nelson con un tremendo sentido solidario participa este espacio con otros pencones, sin importar donde estén, que colaboran colocando sus impresiones, conformándose de esta manera una panorámica de visiones referidas a nuestro pueblo espectacular, dado que como se sabe, cada persona valora y evoca un mismo hecho desde su particular punto de vista y tiene elementos de juicio, apreciaciones, añoranzas y afectos que al ser volcados en un escrito revelan facetas que una sola persona no sería capaz de captar.

Eso me gustó mucho, porque existe además un aporte gráfico y vivencial, de fotografías del álbum familiar y de historias y reminiscencias transmitidos de la boca al oído, de nuestros padres, de nuestros abuelos o antiguos amigos, que nunca podríamos conocer si estos colaboradores, que vienen a ser testigos de la historia y desarrollo de Penco, no lo cuentan.

Esto me hace pensar que un día no lejano, si se lo propone, este blog de Nelson constituirá una especie de memoria viva, paralela a la historia oficial, que rescatará acápites inéditos referidos a las costumbres, comedias y tragedias de la vida real, que hicieron reir y llorar a lo menos a una generación de pencones y que al mismo tiempo servirá de fuente informativa a todos quienes mañana se interesen por conocer cómo y cuál fue el aporte positivo o negativo de sus personajes, sus autoridades y susdistintos estamentos, así como los factores sociales que los marcaron, todo ello, bajo el prisma de las cosas simples de la vida cotidiana, que a la postre son las más importantes porque dejan una huella imborrable entre sus actores y quienes tienen contacto con estas acciones meramente humanas que a la postre constituyen la esencia del tejido social que caracteriza a una comunidad.

También el hecho que exista un material ilustrativo paralelo a lo que se pueda comentar, un registro visual, importa mucho para que las futuras generaciones comprendan el proceso de cambios que ha traído la modernidad a nuestras ciudades y las transformaciones que han reemplazado las estructuras que generaron mayor o menor progreso a la zona.

Particularmente quedé absolutamente impresionado al encontrar el retrato de una de las tres locomotoras que hacían el tramo de no más de cuatro cuadras, comprendidas desde el muelle y las bodegas de la refinería de azúcar transportando las materias primas consistentes principalmente en mieles de chancaca y azúcar semi refinada o cruda, de un color amarillento que después fue conocida como azúcar sindicato, porque el personal de la empresa tenía acceso a consumirlo en ese estado y a bajo precio.

Este producto de caña de azúcar, venía especialmente de Cuba y era la materia prima usada para confeccionar el azúcar refinada, en pancitos o granulada que se vendía en cajones de madera y en bolsas de 20 kilos que surtía a todo el país.
Estoy absolutamente seguro, que dificilmente encontraremos en bibliotecas, archivos o manuscritos municipales o regionales, donde se conserva la memoria viva de la historia de nuestros pueblos, tantos detalles y fotografías como estoy encontrando en los aportes a este blog.

Esta magnífica fotografía me hizo recordar una escena habitual y diaria que nos deteníamos a mirar siendo niños y saliendo de la Escuela No. 69, sita a una cuadra del lugar, cuando veíamos pasar este trencito que humeaba y emitía grandes ruidos y pitazos para que la gente, perros y hasta carretelas tiradas por caballos dejaran vía libre, con diez y hasta quince vagones repletos de sacos de esta azúcar cruda proveniente de los barcos, escoltado por ambos lados por veinte o treinta operarios de la CRAV, con el torso descubierto y bañado en sudor, pantalón recogido en el tobillo, ojotas o alpargatas y un trozo de paño de saco de tela blanco enrollado en el cuello, o con una de sus puntas enganchadas en la cabeza cayendo hacia la espalda, que les servía para amortiguar en el hombro y cuello del significativo peso de estos sacos.

Estos operarios trotaban todo este trecho al lado del tren para luego descargarlo en las bodegas y luego irse de nuevo al muelle por otro cargamento. Era admirable el estado físico de estos hombres que corrían todo el día en esta dura faena de carga y descarga, los cuales a veces, se echaban hasta tres sacos al hombro para bajar a paso rápido por un listón de madera desde el puente del barco hasta la trocha del tren.

Lo sé porque de entre sus filas salieron grandes atletas, como Florentino Herrera que ganó varios torneos nacionales e incluso, llevado por mi padre compitió en una maratón en Argentina donde llegó segundo, según mi padre, solo porque aceptó invitaciones la noche anterior, que le impidieron concentrarse debidamente. También cabe mencionar a un tío mío al que recuerdo con gran cariño, Voltaire Jara, Q:E:P:D, el Chony, como le decíamos, que se convirtió en un gran atleta que también se inició en esa pesada labor y que ya cerrada definitivamente la industria, terminó siendo por años, el único empleado de confianza de la Compañía Refinería de Azúcar Viña del Mar en Penco, como Encargado de su custodia y mantención, hasta su muerte.

Igualmente me impactó la foto de Manuel Palma, padre del autor del blog en el antiguo muelle, a quién debo haber conocido unos diez o doce años después de esa vista de 1940, pero al que recuerdo con parecida prestancia a la que luce en la foto, con ese grueso cinturón de cuero que apretaba el pantalón sin pasadores a la cintura, moda usual en esos años, en que mi padre, Eduardo Sandoval, más conocido como el Tigre Sandoval, su compadre Humberto Pantoja, después Alcalde de Penco y otros amigos también la vestían. Puede ser también, que este recuerdo me venga, de fotos y artículos presentados en la revista "Pan de Azúcar", órgano oficial de la CRAV, editada por muchos años por mi padre, sirviéndole yo de secretario y corrector de pruebas.

Hermosa la fotografía del Fuerte La Planchada, como era antes, donde algunos saltábamos desde su altura hasta la arena y otras panorámicas como Playa negra, donde los refineros una vez al año tenían una competencia de tiro al cuervo, en verdad una especie de pato marino, ave muy abundante en el sector; la de la Bahía de Penco, donde se divisa el Restaurante Oriente, creado por Emilio Navarrete (che´Emilio) cuando aún trabajaba en la Crav y era mi Superintendente de la Primera Compañía de Bomberos, donde fui Voluntario y luego Secretario, antes de irme definitivamente a Santiago.

He prestado atención todas las vistas generales y los enfoques a distancia de esos lugares queridos y he podido apreciar que muchos de esos parajes ya no están o han cambiado rotundamente en treinta o cuarenta años como el caso de la Estación de Ferrocarriles, que era un obligado punto de encuentro social y de multitudinaria concurrencia, porque siempre había alguien a quien esperar o recoger, cuya casa anexa era la antigua pensión Newton, refugio de estudiantes y solterones.

La verdad es que he mirado las fotos y leído con avidez cada palabra del blog, porque todo lo que allí se menciona me resulta conocido, visto u olido. Me identifico en los paisajes caminando y recorriéndolos como lo hice por veinte años y si no distingo personalmente a muchos que aparecen en los retratos, algo se de ellos, conozco sus familias y el emplazamiento de sus casas.

A Nelson Palma no lo recuerdo. No se si nos conocimos alguna vez personalmente o coincidimos en la edad de los juegos. Pero estoy dispuesto a recobrar el tiempo pasado brindándole mi amistad virtual, a falta de factibilidad de estrechar su mano frente a frente.

Al que si creo recordar de quienes escriben en el Blog es a Julio Méndez, del que no creo haber sido amigo pero su cara me es sumamente familiar. Probablemente por haberle visto en la farmacia de su padre, don Lucho Méndez, de cuyo establecimiento toda mi familia fue cliente obligada en cada resfrío o enfermedad. Tengo con don Luis una deuda de reconocimiento de mis tiempos de muchacho y que fue, cuando una mañana de domingo, mientras me lustraba los zapatos con los lustrabotas en el puente cerca de la entrada a su establecimiento, un marido celoso, con pistola en mano paró su vehículo cerca del edificio del antiguo seguro social, con la aviesa intención de descargar el arma contra mí.

Visto ésto eché a correr desalado y percatándome que la cortina de la farmacia estaba cerrándose, pasé como un celaje bajo ella encontrándome con un sorprendido don Lucho que me increpó por mi acción. Resoplando de miedo, como pude le conté lo que pasaba y le pedí que me ayudara. Sin contestar palabra salió fuera del establecimiento, no se si a cerrar o a mirar que ocurría y luego regresó, habló por teléfono a mi padre que me vino a buscar y desde luego nunca supe que dijera una palabra del asunto.

Por estas mismas páginas me he enterado de su fallecimiento. Gracias don Luis, otra vez.

Hace poco más de una semana, después de una exhaustiva búsqueda en las páginas blancas identifiqué el teléfono de Julio Méndez en Santiago y esperé hasta que en Chile fuera una hora prudente para llamar, ya que tenemos 14 horas de diferencia contadas hacia atrás aquí en Melbourne. Contacté con Julio y me encontré con la grata sorpresa de su exquisita atención, brindándome todas las respuestas y el ofrecimiento de servir de anfitrión para incorporarme al selecto grupo de pencones que colabora con el blog Penco lo que ha cumplido cabalmente.

Le agradezco a Julio su preocupación. Le agradezco que sea un caballero a carta cabal. Le agradezco su fineza de presentarme al grupo.

Leyendo ayer el blog Penco desde mi enlace, me enteraba que Julio se apresuró a conversar con Nelson poniendo una nota a este respecto en el encabezado. ¡Y Oh alegría,! que otro de los miembros del grupo, que escribe en el blog desde Villarrica en el sur de Chile ,Max Wenger, es el “gringo” Wenger, compañero de escuela y de Liceo y gran amigo de aquellos lejanos días de estudiante. Un abrazo Max, escríbeme por favor. Ya sabes, soy El Pin.

viernes, 6 de abril de 2007

No podía creerlo.., en España existen otros pencones.

Cuando me enteré de esta noticia algo se resquebrajó dentro de mí. Tal vez esa especie de orgullo propio de los humanos de sentirse desencantados al establecer que aquello en que se creía ciegamente no era cierto; sentimiento éste que se agigantaba al trasladarlo a esa pléyade de generaciones de chilenos que desde los albores de la conquista fueron literalmente paridos en Penco, el lugar donde todos lanzamos nuestro primer vagido y derramamos las primeras lágrimas sobre la tierra generosa de esa comarca.

Pero tal vez ni siquiera fue mi orgullo el herido, sino más bien me embargó el despecho al sentirme tardíamente despojado de esa segunda piel en que todos estamos envueltos como depositarios del gentilicio del país o región que nos vió nacer. Es como si le dijeran a un argentino que ya no es más argentino. Y a un judío que se olvide de la Meca.

Porque si uno mira la palabra gentilicio en la página de Wikepedia, dice que si éste es usado como sustantivo, denota a un habitante de un país o ciudad.
Busqué la P en el listado de gentilicios y encontré Penco. Dice literalmente: " Pencón = Aldeanueva de la Vera/Penco (Chile)."

Luego me fuí al Diccionario de la lengua española, que expresa de gentilicio, que es perteneciente o relativo a las gentes y naciones. Y luego busqué en adjetivo gentilicio, donde se explica taxativamente que "es el que denota la procedencia geográfica de las personas o su nacionalidad p. ej: castellano, madrileño, andaluz, peruano, bonaerense".

Me percaté entonces que yo tenía razón. Esta dualidad de pencones en dos países tan distantes, este compartir un gentilicio que lo clasifica a uno como perteneciente a un lugar determinado, era y es desde luego un grave problema yo diría de identidad, tanto para los pencones españoles como para los pencones chilenos.

Para mayor conocimiento, incorporo la lectura que encontré en internet y que me sumió en estas conjeturas y cavilaciones.

ALDEANUEVA DE LA VERA

Historia:

"Existe constancia de la existencia de primitivos poblamientos en esta villa desde la época prerromana. Después de la Reconquista, Aldeanueva perteneció siempre a la jurisdicción de Plasencia hasta 1802, año en el que Carlos IV le otorga el título de villa independiente.

Un dato curioso de la localidad es su peculiar gentilicio “pencón”, como se designa a sus habitantes. Aunque no se sabe con exactitud de donde proviene, los ancianos cuentan que data de la época de Carlos V.

Según dicen, Carlos V venía transportado en un sillón, y de pueblo en pueblo era
llevado a hombros por los vecinos de los distintos municipios por los que pasaba. Al
llegar a Aldeanueva lo llevaron los vecinos hasta Cuacos, donde debían turnarse con
los vecinos de esta localidad. Pero lo llevaron con tanta delicadeza que el Emperador
no sintió durante el recorrido el dolor de la gota, y les pidió que continuaran hasta el Monasterio de Yuste. Al llegar allí les dijo que le pidieran lo que quisieran como muestra de agradecimiento. Quienes lo habían llevado no pedían nada ya que era su Emperador y para ellos era un orgullo transportarlo, pero Carlos V insistió y uno de ellos dijo que se conformaba con un “penco” de vino, que era un recipiente parecido a una jarra). Al Emperador le hizo gracia y cada vez que tenía que referirse a los habitantes de Aldeanueva decía “los del penco”, y de ahí el gentilicio de “pencón”.


Ahora creo que el problema es claro para todos. Hay pencones en Aldeanueva de la Vera por que le cayeron en gracia a un Emperador y en Penco, Chile porque la ciudad fue fundada bajo ese nombre.

Debo confesar que el enterarme de este hecho en las condiciones explicitadas, me exasperó hasta el límite de no poder conciliar el sueño, pero ésto me sirvió para examinar la situción desde diversos ángulos.

Por fin, como ocurre siempre con las grandes ideas o descubrimientos, repentinamente me percaté que esta cuestión tenía una explicación relativamente sencilla. He aquí mi razonamiento.

¿Quién no sabe que una de las lamentables características del pueblo chileno, en especial de las clases más desposeídas, es su afición desmedida a beber?. Puede ser vino, cerveza, licores fuertes, muday, chicha, lo que sea.

Pensando en ello y recordando el trozo de lectura donde el gotoso de Carlos V les dice a quienes lo cargaban en hombros que en agradecimiento pidieran lo que quisieran. Pero éstos no pedían nada ya que era su Emperador y para ellos era un orgullo transportarlo. Carlos V insistió y uno de ellos dijo que se conformaba con un penco de vino, que era un recipiente parecido a una jarra...

Pués bien, ahí se me aclaró todo. Recordé nítidamente a mis coterráneos cuando iban a la cantina, a los bares a los clubes y lo primero que pedían era"un pencazo". ¿Y qué era y sigue siendo un pencazo?, pués un jarro de vino.

¡Y luego me pregunté! ¿Quién podría ser tan patudo, puntudo, descarado o como quiera llamársele para decirle a un Emperador que le ofrece por sus servicios lo que quiera, que se conforma con un penco de vino?.

La respuesta es muy obvia. ¡Nadie; nadie salvo un chileno, más si es pencón!. Máxime cuando es bien sabido que los chilenos tienen fama de ser los más patiperros del mundo y hay constancia que siempre ha habido compatriotas viviendo o trabajando en los lugares más lejanos, inhóspitos y extraños del planeta.

Y todavía más. ¿Acaso uno de los refranes más puntillosamente respetados por los chilenos, siempre tan alejados de otros continentes, en el ombligo del mundo,- aunque algunos dicen que más abajo aún-, no es ese que dice : "Al país que fueres, haz lo que vieres"?.

Entonces es muy claro que este compatriota patiperro que le tocó cargar al Carlos durante dos días por sierras y quebradas estaba que cortaba las huinchas por pegarse un buen pencazo y no desaprovechó la ocasión que le brindó el Emperador, pero no le iba a decir convídeme un pencazo porque éste no lo entendería. Le dijo pués, a la usanza del país, que se conformaba con un penco de vino.

Pero había algo que no encajaba en esta hipótesis para convertirla en una tesis y era la correspondencia en el tiempo. Es decir si a esa altura de 1802 en que Carlos IV le entregó el título de Villa independiente existía Penco como tal. Eso me molestaba, así que empecé a investigar en la historia y hete aquí lo que encontré. También lo transcribo.

Unidad 3: La creación de una nación.Fuente: Edwards, Alberto, La Fronda Aristocrática. Historia Política de Chile, Santiago, 1928. Nota preliminar de Aberto Edwards a la primera edición (1928).

Ojeada sobre la sociedad chilena en 1810.-

"La única población de Chile, digna de llamarse ciudad, era Santiago. Allí está concentrada la riqueza y el movimiento comercial del Reino y sus magnates eran dueños de la mayor parte de las propiedades territoriales de algún valor. Con las grandes familias, los magistrados y altos funcionarios de la colonia, reunía Santiago en su seno casi todo lo que podía significar influencia social, tradiciones de cultura y experiencia administrativa.

Concepción y La Serena eran poco más que aldeas. La primera de estas poblaciones había de ejercer, sin embargo, una cierta influencia en los acontecimientos políticos de los primeros años de la República, sobre todo como metrópoli militar de Chile. La aristocracia burguesa de Santiago no fue ni ha sido nunca guerrera. La reducida y nada opulenta sociedad pencona vivía, por el contrario, en estrecho contacto con los jefes del Ejército, que guardaba las fronteras de Arauco.

O'Higgins, Freire, Prieto, Bulnes, Cruz, los caudillos armados de la Independencia y de la organización de la República, fueron pencones por su nacimiento, o por su origen y vinculaciones sociales. La lucha entre el civilismo y la espada, entre la aristocracia y la dictadura, tomó más de una vez la forma de un duelo entre Santiago y Concepción".

Ahora ya no me quedaron dudas. Todas estas noches he dormido como un angelito y me he despertado contento, porque tengo la certeza personal que sigo siendo el pencón de siempre.

Y claro, no puedo probar mi teoría, ni quiero intranquilizar ni ofender a los pencones españoles, pero en lo profundo de mi pensamiento, allí donde no pueden alcanzarme las recriminaciones ni las leyes creo sinceramente que a pesar de que somos hermanos en el gentilicio, los pencones de Penco son los únicos pencones de verdad.

Ahora estoy leyendo la Araucana, ese portentoso poema épico escrito justamente por un distinguido poeta español don Alonso de Ercilla y Zúñiga.

Alonso de Ercilla pisó las costas chilenas en 1577 acompañando a García Hurtado de Mendoza tocando tierra en la isla Quiriquina, frente a Penco, de donde pasaron a la destruida ciudad de Concepción, hoy Penco, donde se abocaron a construir un fuerte para repeler el ataque de los mapuches, llamados después araucanos.

La Araucana de Ercilla cuenta la epopeya de la conquista de américa y es considerado el mejor existente en lengua castellana, como lo fueron para España El Mío Cid, Francia con La Chanson de Roland o el pueblo germano con Los Nibelungos.

La primera edición apareció en Madrid en 1509, la segunda en 1578 y la tercera en 1589, publicándose finalmente el poema completo en 1590.

Como vemos, estos hechos históricos ocurren aún mucho antes incluso de la ascensión de Carlos V como Emperador de España y ya los pencones eran nombrados como tales en esta epopeya de La Araucana de la que transcribo aquí algunos versos.

Una batalla tuvo aquí sangrienta, donde a punto llegó de ser perdido;

pero Dios le acorrió en aquella afrenta, que en todas las demás le había acorrido:

otros dello darán más larga cuenta, que les está este cargo cometido,

allí fue preso el bárbaro Ainavillo, honor de los pencones y caudillo.

De allí llegó al famoso Biobío el cual divide a Penco del Estado,

que del Nibiquetén, copioso río, y de otros viene al mar acompañado;

de donde con presteza y nuevo brío,

en orden buena y escuadrón formado paso de Andalicán la áspera sierra,

pisando la araucana y fértil tierra.

Chao amigos pencones, de donde sea que vengan y estén.

Ya saben, yo soy de Penco y me dicen El Pin.